Leer y no leer

DÍA SIN LIBRO

Si lees para vivir, de qué te quejas
cuando la vida viene, de buenas o a las malas,
a sacarte del cuarto.

De qué te quejas, dime, si los libros
te empujan a la calle, si son ellos
los que te llenan la cabeza
de músicas, el corazón de ideas,
el alma de latidos y las horas
de imprevistos, de amigos, de imposibles.

Sin libros estarías en tu casa
hojeando un best-seller o el periódico
o durmiendo la siesta,
y no de aquí hacia aquí, vapuleado
por el tiempo, los hombres y los sueños cumpliéndose.

No sufras por los libros que no abres
–que no abrirás jamás–,
pues su lección la sabes de memoria
y la pones en práctica.
Las páginas
que lees y que no lees dicen lo mismo.

Enrique García-Máiquez

Un mal día de hace poco tiempo encontré este poema titulado Día sin libro. Andaba yo, como posiblemente andéis vosotros ahora, deambulando por las aceras de internet y, de repente, encontré la solución a una de mis mayores penas. La de no tener tiempo para leer todo lo que quiero leer (y me interesa).

Este pájaro quiere orientaros como me orientó una noche García-Máiquez, orientaos en la dirección del hábito de leer. Tranquilos. No os voy a persuadir para que leáis, allá vosotros con vuestra conciencia. Mi propósito es que, juntos, abramos nuestro concepto de lectura.

Leer es, cuanto menos, el hábito que nos permite salir de nosotros mismos. Cuando leemos, y creamos el hábito de la lectura, nos elevamos por encima de nuestras cabezas para contemplar el mundo con visión periférica; nos salimos de la visión central de nosotros mismos y nos cura de los males que nos vuelven peores.

Casi siempre, los buenos libros nos transforman, para sacar lo mejor de nosotros mismos. Por eso cuando leemos «La insoportable levedad del ser» de Milan Kundera conocemos el amor y las peripecias del alma enamorada. Si nos sentimos solos y hemos leído «El hombre y el mar» de E. Hemingway, reconocemos la sensación del vacío absoluto….

Podemos ampliar nuestro concepto de lectura, hacernos íntimos de Sófocles para leer «Rayuela». Y, juntos, descubrir que la lectura, la literatura, cambia tanto como cambiamos nosotros mismos…

Que la podemos encontrar en los libros, en las calles y en los niños. Que leer y no leer es lo mismo, cuando pensamos en lo que leemos, cuando nos convertimos en lectores hambrientos , leer es solo el comienzo.

Foto: Fátima Roca Nuñez

Ana Delgado Barragán

@delgadobarragan